domingo, 1 de julio de 2012

Producción Organica en América Latina. Crecimiento sostenido con énfasis exportador


En América Latina existen casi cinco millones de hectáreas dedicadas a la agricultura y ganadería orgánica, repartidas en más de 110 mil predios. Más del 20 por ciento del área orgánica mundial se encuentra en América Latina.

Argentina es el país con la mayor superficie dedicada a la producción orgánica, ocupando el segundo puesto a nivel mundial. Uruguay se convirtió en el país Latinoamericano con la más alta proporción de tierras dedicada a la producción orgánica, y alcanza la novena posición mundial. El MERCOSUR se convierte en el segundo bloque comercial con la mayor superficie orgánica después de la Unión Europea.

Estos datos se desprenden del nuevo reporte de IFOAM sobre la producción orgánica en el mundo. Se muestra además que el mercado mundial de productos orgánicos sigue creciendo a alto ritmo, estimándoselo en 23 a 25 mil millones de dólares.

América Latina posee la particularidad que la mayor parte de su producción está destinada a la exportación, especialmente a los países industrializados. Las proyecciones de la demanda de alimentos hacia el futuro indican que ese incremento se mantendrá. Las potencialidades de crecimiento son grandes; en 17 países la superficie orgánica todavía es menor al uno por ciento del área agrícola.

Ese crecimiento puede darse tanto dentro de los mercados nacionales como por medio de exportaciones. Para avanzar más en ese sentido es indispensable diseñar estrategias nacionales de producción orgánica y contar con mayor apoyo, especialmente desde el Estado.

La superficie mundial dedicada a la producción orgánica alcanza los 22.811.267 hectáreas, de las cuales el 21.4 % se encuentra en América Latina, con un total estimado en 4.886.967 hás. Esta información corresponde al reciente informe de la situación mundial de la producción orgánica que acaba de editar IFOAM (Federación Internacional de Movimientos por la Agricultura Orgánica), con sede en Alemania, basado en los relevamientos realizados durante el año 2002 (1). Seguidamente se presente un resumen de ese repor-te, intercalando comentarios a partir del seguimiento de la producción orgánica que realiza CLAES en el continente. Bajo el término producción orgánica se engloba tanto cultivos como ganadería; el presente reporte considera los países de América Latina.


Superficie orgánica

La situación en América Latina presenta varias particularidades. En primer lugar, consi-derando el porcentaje del área bajo produc-ción orgánica sobre el total de la superficie agropecuaria, Uruguay pasa a ocupar el primer puesto en el continente, con un 4 %. En el segundo lugar aparece distanciada Costa Rica, con un 2 %, y seguidamente Argentina y Chile, con superficies similares (1.89 % y 1.50 % respectivamente). La proporción del área orgánica en los demás países Latinoamericanos es pequeña, y está por debajo del uno por ciento en 17 países (sólo en cinco nacio-nes es mayor al uno por ciento).

En segundo lugar, considerando la superficie total dedicada a la producción orgánica, los datos de IFOAM muestran que Argentina ocupa el primer lugar con más de tres millones de hectáreas, y muy distanciada del segundo puesto, donde aparece Uruguay con casi 700 mil hás. El primer puesto a nivel mundial lo ocupa Australia, con más de 10 millones de hás certificadas; Argentina ocupa el segundo lugar a nivel global. Es llamativo que países de enorme superficie dediquen áreas comparativamente pequeñas a este tipo de producción (son los casos de Brasil, con un 0.08%, México, 0.13% y Colombia, 0.24%).

La superficie orgánica se hace mayor si se incluye el área donde se recolectan plantas silvestres; el informe de IFOAM las estima en más de 10 millones de has certificadas bajo ese modo de producción. Ese tipo de recolección sustentable, especialmente en países como Brasil o Bolivia, tiene lugar en amplias superficies, ocupan a muchas personas y pro-veen importantes productos para la comercialización.

En tercer lugar, considerando el número de predios dedicados a ese tipo de producción, México ocupa el primer lugar con más de 110 mil establecimientos, seguido por Perú con poco menos de 20 mil establecimientos, y Brasil en el orden de los 15 mil. Los productos orgánicos en muchos casos corresponden a campesinos e indígenas, especialmente en los países andinos, Centroamérica y México.

En cuarto lugar, se destacan los grandes avances en la superficie orgánica por la expansión de la ganadería orgánica; ese es en particular el caso de Uruguay. Este tipo de producción tiene un enorme potencial en las praderas y savanas de Argentina, Brasil, Uruguay y Bo-livia, aunque será necesario potenciar esquemas de producción y manejos adaptados a esos ecosistemas. Hasta ahora buena parte del desarrollo tecnológico de este sector ha enfatizado la agricultura, mientras que la ganadería orgánica recién comienza a difundirse.

Es posible realizar algunas comparaciones a nivel global. América Latina posee más de 4 millones y medio de hectáreas bajo produc-ción orgánica, superando a la Unión Europea de los 15 (que presenta poco menos de 4 millones y medio de hás); y un poco menor a la Europa “ampliada” (donde se alcanzan los 5 millones de hás). La superficie Latinoamericana es mucho mayor que la de Norteamérica (Canadá y EE.UU.), donde es menor a un millón y medio de hás.

Tabla 1. Producción agropecuaria orgánica en América Latina.




Mercados orgánicos
El mercado mundial de productos orgánicos estimado por IFOAM es de 23 a 25 mil millones de dólares para 2003. El informe reconoce las dificultades en esa evaluación dado los problemas de información en varios países, el contexto mundial, etc. Se considera que el mercado europeo es de 10 a 11 mil millones de euros, y los niveles mayores se estiman para Alemania (2 800 a 3 100 millones de euros), seguidos por el Reino Unido, Italia y Francia, con más de mil millones de euros. El otro gran mercado es el de Estados Unidos, de 10 a 11 mil millones de dólares, seguido por Canadá con 850 a 1 000 millones de dólares.

Comparando esos valores con los del merca-do total de alimentos, se observa que en Ale-mania, Reino Unido, EE.UU. y Canadá, los productos orgánicos representan alrededor del 2 %.

El aspecto más destacado es que se mantiene la fuerte tasa de crecimiento de estos merca-dos orgánicos. Se estima que el crecimiento del 2003 al 2005 alcanzará el 20 % en EE.UU., Canadá e Irlanda; superará el 10 % en varios otros países, tales como el Reino Unido, Italia, Suiza, y Suecia, mientras que en los demás países europeos superará el 5 %. Téngase presente que el crecimiento de los mercados de alimentos tradicionales, especialmente en los países industrializados, es muy bajo, de donde esta fuerte expansión de los orgánicos es más que destacable. Incluso considerando que la proporción del mercado orgánico es todavía pequeña, desde el punto de vista de los productores y exportadores de América Latina, representa volúmenes muy importantes y ganancias destacadas.


Comercialización


Los mercados nacionales de alimentos orgánicos en América Latina todavía son pequeños; los más importantes se observan en Brasil y Argentina. La información disponible en CLAES muestra que esos mercados están avanzando. En el mismo sentido, el informe de IFOAM indica varios canales de venta, tales como ferias y mercados locales, supermercados donde alternan con alimentos convencionales, tiendas de venta especializadas en productos orgánicos, y sistemas de ventas especializados.

Entre estos se destaca el mecanismos de venta por canastas o cajas directas al domicilio (“home box delivery”). Se recuerda que el procedimiento está inspirado en los sistemas japonés Teikei y estadounidense de la Agricultura Apoyada por la Comunidad (Commu-nity Supported Agriculture - CSA), donde se vinculan directamente núcleos familiares con los productores de orgánicos, sin intermedia-rios, y bajo diferentes esquemas de copartici-pación en los beneficios y riesgos de la pro-ducción (2). Exportaciones América Latina presenta la particularidad que buena parte de su producción está orientada en primer lugar a la exportación, antes que al consumo en el mercado nacional. Se han desarrollado vías de exportación de productos orgánicos paralelos a los tradicionales; los ejemplos más notables son café, azúcar, banano y carne orgánica. A ellos se están sumando otros productos más recientes, tales como diversos tipos de frutas, granos, miel, vino, productos ovinos, etc. Los principales destinos de exportación son extraregionales, y en especial los países industrializados: Unión Europea, Estados Unidos y Canadá.

El reporte de IFOAM llama la atención sobre el bajo procesamiento de los productos exportados desde América Latina, y por lo tanto su reducido valor agregado. Es posible agregar que los flujos exportadores enfrentan varios problemas, tales como las condiciones de calidad que requieren los mercados de destino, los sistemas de certificación, establecer los vínculos de venta, fletes, etc.

Las posibilidades exportadoras de América Latina enfrentan tanto factores positivos co-mo negativos. Considerando el contexto pro-ductivo mundial, entre los más grandes exportadores globales de agroalimentos convencionales (en orden de importancia por el valor de las exportaciones: Unión Europea, EE.UU., Canadá, Brasil, China, Australia y Argentina), se observan niveles de producción orgánica importantes especialmente en la UE, EE.UU., Canadá., Australia y Argentina. Es necesario recordar que Australia ocupa el primer lugar mundial en la producción orgánica. China tiene más de 300 mil hás certificadas (11vo lugar en el mundo, pero que sólo representa el 0.06% de su superficie agrícola total). Pue-de indicarse que la situación que se observa es que en todos los grandes agroexportadores también hay un desarrollo de su producción orgánica.

Australia posee la mayor superficie orgánica el mundo, con más de 10 millones de hás; le sigue Argentina con más de tres millones de hás.

Considerando a los grandes importadores de agroalimentos (en orden de importancia por el valor de las importaciones: UE, EE.UU., Ja-pón, China, Canadá, México y Korea), también se observa en varios de ellos una producción orgánica nacional de importancia. Pero la producción es proporcionalmente baja en México (puesto 20 en el ranking mundial de superficie orgánica), Japón (64) y Korea (77), lo que podría indicar indirectamente potencialidades como mercados de destino para expor-taciones desde América Latina.

El caso de la UE es particular en tanto es des-tino de varias exportaciones desde América Latina, pero a la vez dentro de sus fronteras la producción orgánica va en aumento. Asimismo, otros grandes exportadores hacia ese destino, como Australia y Nueva Zelandia, también vienen incrementando su producción orgánica. Finalmente, entre Canadá y EE.UU. el comercio orgánico bilateral es de gran importancia.

Si se analiza la situación comparando los grandes bloques comerciales, se observa una gran potencialidad en el caso del MERCO-SUR, cuya superficie orgánica está apenas por debajo de la UE, y muy por arriba del Nafta (figura 1). Regulación y certificación

La certificación de la producción orgánica continúa siendo un problema. Varios países presentan sus propias agencias de certificación, en algunos casos con respaldo estatal y en otros como emprendimientos autónomos. A su vez existen esquemas de acreditación de agencias certificadoras, como respaldo a sus capacidades técnicas en evaluar la producción orgánica. En ese sentido, la federación IFOAM posee su propio sistema de acreditación de instituciones que ofrecen certificaciones orgánicas. En América Latina las siguientes instituciones poseen ese respaldo: Argencert y Organización Internacional Agropecuaria (Argentina), Instituto Biodinámico (Brasil), y Bolicert (Bolivia).

Paralelamente en casi todos los países existen otras instituciones que ofrecen certificaciones orgánicas, algunas de ellas trabajando en co-rrespondencia con empresas certificadores de Europa y EE.UU., las que poseen reconocimiento dentro de sus países. Entra las empresas del hemisferio norte se destacan OCIA, FVO, Naturland, Ecocert, IMO, etc. Desde el punto de vista de las exportaciones, única-mente Argentina cuenta con un sistema de certificación orgánica nacional que es reconocida por un gran importador, la Unión Euro-pea. En todos los demás casos es necesaria una certificación por una agencia reconocida en el país de destino.

Toda las naciones industrializadas han completado regulaciones sobre la producción, inspección, normas de calidad y procedimientos de certificación. A partir de esas normas se mantienen requisitos que deben ser tenidos en cuenta por los exportadores Latinoamericanos. También se vive un proceso similar en nuestra región, donde en varios casos se cuenta con un marco regulatorio básico. Los esquemas de certificación involucrados en estas cuestiones encarecen la producción y comercialización, pero son los que aseguran la calidad de los alimentos y el acceso a los merca-dos.


Conclusiones 

La revisión ofrecida por IFOAM ofrece datos de importancia. En algunos casos es posible que los indicadores de superficies necesiten ser revisados; en otros se observa un sesgo hacia instituciones vinculadas a la federación, dejando en segundo plano redes e iniciativas de otros actores; y finalmente, la cobertura de informes y bibliografía es insuficiente. De todas maneras el documento es de gran interés, y sobre todo permite comparaciones de nuestro contienen con otras regiones.

En ese sentido se deben mencionar algunas conclusiones. En primer lugar, se mantiene el crecimiento mundial de la producción orgánica. La misma tendencia se repite en América Latina.



Figura 1. Superficies totales orgánicas de los grandes bloques comerciales. En miles de hás; MERCOSUR incluye únicamente los miembros plenos; UE de los 15.

En segundo lugar, el continente posee am-plios márgenes para expandir este tipo de producción, ya que en la mayor parte de los países la proporción de las tierras dedicada esta actividad es muy baja (menor al 1 %, mientras que en la Unión Europea se ha supe-rado el 3 %). En algunos casos la tasa de cre-cimiento es muy alta (como ha sucedido en Uruguay), y en otros las posibilidades de re-conversión son muy amplias.

En tercer lugar, la dinámica de este sector está fuertemente basada en las exportaciones, especialmente hacia los mercados de los países industrializados, y enfocadas en consumidores de nivel medio a alto, quienes imponen condiciones sobre la calidad y el envasado. En esos países existe una demanda y un mer-cado importante por esos productos, pero en ellos también se vive un crecimiento de la producción doméstica de orgánicos. En tanto la producción Latinoamericana es muy dependiente de la demanda desde esos mercados, los vaivenes que allí tienen lugar repercuten directamente en la marcha del sector. El aumento de la
producción nacional dentro de las naciones industrializadas, y el creciente comercio en orgánicos entre ellas, hacen necesario redoblar los esfuerzos de potenciar la producción orgánica en América atina.


La producción orgánica posee grandes potencialidades de crecimiento tanto dentro de los mercados nacionales como exportando

Frente a esta situación, América Latina posee varias ventajas; se destacan una diversidad de alimentos muy distintos a los que se pueden obtener en los países industrializados, en es-pecial los tropicales, o bien proveerlos en un régimen de contraestación. Igualmente, en tanto el crecimiento del mercado orgánico en los países industrializados es superior al de los mercados de agroalimentos tradicionales se mantienen las oportunidades exportadoras.

En las proyecciones actuales del crecimiento en la demanda de alimentos a nivel global no hay nada que contradiga una expansión de la producción orgánica Latinoamericana, tanto a nivel nacional como en las exportaciones. Además de las demandas desde las naciones industrializadas, nuevas estimaciones a mediano plazo (año 2020) indican que un aumento todavía mayor se observará en los países en desarrollo, en especial carne. Ese aumento se observará especialmente en Asi(3). Asimismo, esa demanda se debe a un proceso de urbanización, mejora en la calidad de vida y educación, lo que a su vez usual-mente desencadena mayores requisitos de los consumidores sobre sus alimentos y la proliferación de exigencias sobre la calidad, todo lo cual favorece a los productos orgánicos. Teniendo presente ese contexto favorable, los países Latinoamericanos deberían potenciar su producción orgánica, y en especial apoyar la ganadería orgánica.

En cuarto lugar, no puede olvidarse que la producción Latinoamericana todavía tiene amplios márgenes de crecimiento dentro de sus propios mercados nacionales. Ese aumento todavía es lento, y ello se debe a varios factores, en especial el papel de los intermediarios (que encarecen el producto innecesariamente) y del comercializador final (que muestran baja innovación en presentar estos productos). Es incierto que las crisis económicas signifiquen un caída en esos mercados; podría esperarse una retracción del mercado interno dentro de Argentina, en especial por el encarecimiento de la canasta básica de alimentos. Sin embargo, esa misma crisis disparó experiencias de producción orgánica a nivel local, especialmente urbana y suburbana y fuertemente orientadas al autoconsumo familiar.

En quinto lugar es necesario una nota de advertencia sobre la dependencia de las exportaciones orgánicas, en el sentido que las estrategias nacionales no deberían estar únicamente supeditadas a las ventas al exterior. En realidad, esas estrategias de producción agropecuaria orgánica deben responden a muchos factores, pero en primar lugar un compromiso con la calidad de los alimentos y la calidad ambiental. Este hecho no siempre es comprendido en su profundidad por las empresas, técnicos y agencias gubernamentales, todos los cuales corren el riesgo de buscar únicamente aquellas medidas indispensables y mínimas para poder exportar, viendo todo como un mero negocio. La producción orgánica es mucho más que una oportunidad de diferenciar una marca para venderla, sino que tiene efectos positivos sobre el ambiente, la familia rural y la calidad de la nutrición.

Debe reconocerse que en algunos países del Norte se han generado estrategias nacionales muy amplias para fundamentar y defender la producción orgánica desde varios puntos de vista, tanto ambientales, sociales, sanitarios como económicos. Los países Latinoamericanos también deberían generar sus propias estrategias, establecer sus metas y promover planes de acción. Por ejemplo, el ministerio alemán de agricultura ha establecido como meta llegar al año 2010 con un 20% del área agrícola orgánica; en el Cono Sur, el programa Sustentabilidad 2025 de CLAES plantea que para el año 2050 la mitad de la superficie agropecuaria debería estar bajo manejo ambiental (4).

En sexto lugar, los países Latinoamericanos deberían buscar alternativas para un mayor procesamiento de los productos agropecuarios, con lo cual aumentar su valor agregado y el empleo. En algunos casos ya existe capacidad instalada y conocimiento tecnológico utilizado en las cadenas con alimentos convencionales, los que podrían ser adaptados a los productos orgánicos.

En este punto, como en los anteriores, es llamativa la ausencia de los Estados Latinoamericanos en la promoción y fortalecimiento de la producción orgánica (un punto que también indica el informe de IFOAM). Esa ausencia reviste gravedad, ya que este tipo de produc-ción sólo arroja beneficios para una nación: mejora las condiciones ambientales, ofrece alimentos de mayor calidad, usualmente requiere mayor mano de obra, utiliza menos insumos tecnológicos importados, y posee muchas ventajas para exportarlos. En general, los gobiernos no proveen de asistencia tecnológica, se han movido lentamente en el marco regulatorio, y no amparan adecuadamente las cadenas de comercialización nacional ni las exportaciones; las agencias de extensión e investigación agropecuaria oficiales también muestran problemas en el mismo sentido.

A pesar de todos los problemas, la producción orgánica en América Latina sigue creciendo, empujada por el esfuerzo de muchas organizaciones que trabajan en el medio rural, aprovechando contextos comerciales ventajosos, y que si contaran con mayor asistencia y facilidades, podría generar un sector muy exitoso, y con claros beneficios sociales y ambientales.
 
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Sucre, Colombia
Ing. Civil

1 comentario:

  1. Me parece muy bueno el concepto del Artículo, es muy interesante e importante y opino que deberia hablarse sobre los fertilizantes de Guatemala, como tambien de Mexico, Urugay, etc.
    http://nutrivesa.com/

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