martes, 13 de noviembre de 2012

Estrategia de manejo para aumentar la eficiencia reproductiva en el Hato Bovino de América Tropical


Autor: Raúl Botero Botero MVZ, MSc. UNIVERSIDAD EARTH – COSTA RICA

Introducción
Para el año 2050 la población humana mundial se estima será, al menos, de 9 millardos de habitantes, y aumentará en un 70% su demanda por alimentos. Existen cerca de 130 millones de vacas (40% del hato), de una población total estimada en 330 millones de cabezas bovinas en América Tropical, que equivale al 23% del hato mundial (FAO, 2012). Ojalá el potencial productivo de la tierra agrícola del mundo se pueda mantener, al igual que la disponibilidad de agua para riego, energía y demás insumos indispensables para aumentar la producción de alimentos para consumo humano y animal. 
El continuo incremento en los precios de la tierra, su adecuación, infraestructura, maquinaria, equipos, semovientes, insumos y mano de obra, y su modesta e inestable rentabilidad en América Tropical, obligan a la intensificación racional y a lograr una alta rentabilidad de la empresa agropecuaria. Además, se deben implementar sistemas pecuarios integrados amigables con el ambiente, para cambiar su imagen ecológica negativa y para mitigar su efecto sobre el calentamiento global y el cambio climático.   
Las estadísticas indican que la natalidad promedio del hato bovino de América Tropical es actualmente del 50% anual. Este promedio de natalidad no ha sido posible aumentarlo, debido a que la alimentación del hato ha sido permanentemente deficiente en cantidad y calidad de nutrimentos; a que su composición genética está altamente dominada por la raza cebú, cuyo origen tropical y mayor adaptación, causaron su madurez sexual tardía; a la alta incidencia de enfermedades reproductivas; a la subfertilidad ocasional en vientres y toros; a que la mayoría de los medianos y grandes productores no viven en sus fincas; a su desinterés por el mejoramiento continuo, por el trabajo en equipo y por fijarse metas de producción; a la deficiente asistencia técnica estatal; a la falta de asociación gremial; a la nula o incipiente toma y análisis de registros productivos; a la mínima capacitación y actualización técnica y contable de los productores, administradores, técnicos y obreros; a la falta de pago de incentivos por producción a los empleados; al temor al cambio y a que los cultivos comerciales continúan desplazando a la ganadería bovina hacia áreas marginales, con escasa infraestructura vial y de servicios, suelos de menor fertilidad natural, y condiciones climáticas adversas. Esta baja eficiencia reproductiva no permite crecer, ni lograr la mejora genética y productiva del hato bovino de América tropical, puesto que, con esta baja natalidad, el hato escasamente produce los vientres requeridos anualmente para mantener una mínima tasa de remplazo (Parra, et al, 2009).
Un hato bovino de cría comercial, cuya natalidad anual sea inferior al 70% (365 días/0,70 = 520 días ó 17 meses de Intervalo entre partos – IEP) no puede pagar un crédito bancario (Parra, et al, 2009). Un hato bovino en explotación semi-intensiva de doble propósito, deberá lograr cerca del 80% de natalidad anual (456 días ó 15 meses de IEP) y en un hato intensivo, especializado en producción de leche, la natalidad anual deberá ser cercana al 90% (405 días ó 13,3 meses de IEP). 
La alimentación balanceada, mediante la utilización de pasturas con alta biodiversidad, en asociaciones de gramíneas, leguminosas u otras plantas forrajeras herbáceas, arbustivas y/o arbóreas, nativas e introducidas (establecidas parcialmente por regeneración natural y cuyas podas oportunas permitan obtener leña y producir carbón), de bancos forrajeros y de cercas vivas (Botero y Russo, 2001), con un manejo óptimo y su aforo continuo, para medir la producción de biomasa y elaborar así presupuestos forrajeros, que permitan, mediante un Pastoreo Rotacional Intensivo (Botero, 2012), lograr su máxima capacidad de carga animal y conservar forrajes; la implementación de prácticas para ofrecer bienestar animal; la elaboración y utilización de abonos orgánicos en mezcla con abonos químicos; el suministro de suplementos a base de subproductos agroindustriales; el consumo de un volumen y calidad de sal con minerales y vitaminas, que supla sus deficiencias en todos los alimentos consumidos; la disponibilidad estacional de agua para riego y permanente de agua para bebida, abundantes y de alta calidad, en bebederos que no afecten las fuentes de agua; el realizar la Descontaminación Productiva de las Aguas Servidas y el manejo apropiado de los desechos sólidos (Botero 2011a); la aplicación de un plan eficiente de sanidad animal preventiva y la utilización de animales F1 (Cebuínos x Europeos y/o por Criollos tropicales) con alto vigor híbrido, precocidad, adaptación y longevidad productiva, son claves para alcanzar una producción destacada del hato bovino tropical, pero también, algunas prácticas de manejo son muy importantes para permitirle manifestar su máximo potencial productivo y reproductivo, reducir la mortalidad, la edad tardía del sacrificio y del inicio de la reproducción, y aumentar su rentabilidad, sin que sea necesario realizar altas inversiones para su implementación en la empresa ganadera (Botero, 2011b).

Estrategias de manejo animal para aumentar la eficiencia reproductiva bovina
– Manejo de Toros y de Detectores de celos
Los machos bovinos no castrados producen feromonas que estimulan la presentación, frecuencia e intensidad del celo en las hembras bovinas aptas y detectan oportunamente los celos para lograr la preñez, con monta directa o con inseminación artificial. En la monta natural, es indispensable la presencia permanente o estacional de toros adaptados, sanos, con libido, alta fertilidad y mejorantes genéticamente. Botero (1992), diseñó una técnica quirúrgica simplificada para preparar terneros detectores y marcadores del celo. Estos machos bovinos complementan la observación visual de los técnicos inseminadores competentes y permiten aumentar la eficiencia reproductiva lograda en programas comerciales de inseminación artificial (Universidad EARTH, 2006), sean estos realizados mediante la utilización de semen congelado natural o de semen sexado.   
Reducción de la edad de los terneros al destete
Cada vaca, después del parto, del ordeño y/o del amamantamiento tradicional de su cría, con una duración de hasta ocho (8) meses (240 días), al momento del destete ya tiene que haber iniciado una nueva gestación (con hasta 290 días ó 9,5 meses de duración). Su próximo parto deberá ocurrir no más de 280 días después del destete, con el fin de lograr un máximo de 520 días de IEP, equivalentes a 70% de natalidad anual. Todas las vacas deberán tener un diagnóstico positivo de preñez al destete (realizado por palpación rectal o por ultrasonido), de lo contario deberán ser descartadas para sacrificio.
Entre las opciones prácticas de manejo, para lograr un aumento significativo en la eficiencia reproductiva de los hatos, se encuentra el destete temprano. A los seis (6) meses de edad, el ternero logra el máximo desarrollo y funcionalidad del rumen y puede aprovechar eficientemente los forrajes. Si los forrajes consumidos a partir del destete temprano, son de alta calidad nutritiva, el ternero puede continuar ganando peso, siempre que reciba un plan de manejo sanitario preventivo (desparasitación oportuna, según el número de huevos de parásitos gastrointestinales, pulmonares y hepáticos, por gramo de materia fecal, de un control oportuno de ectoparásitos y de un plan de vacunación apropiado a la región y país) y de que consuma también, como suplemento, los minerales y vitaminas requeridos para su óptimo desarrollo esquelético, orgánico y muscular. En este caso, la vaca que mantuvo una lactancia de menor duración (6 meses), se recupera más rápidamente del desgaste sufrido durante la lactancia y tiene un período de descanso hasta de dos meses después del destete, antes de tener que preñarse de nuevo, sin que se aumente de 520 días ó 17 meses su IEP, equivalente a una natalidad anual del 70%.
Otra opción de manejo consiste en realizar el destete precoz, en cuyo caso el ternero puede ser destetado con tres (3) a cuatro (4) meses de edad. Este ternero demandará una alimentación con sustitutos de leche, granos y/o una suplementación a base de subproductos agroindustriales, hasta que logre el desarrollo y funcionalidad del rumen, que le permita aprovechar eficientemente los forrajes, ojalá de alta calidad. En este caso, la recuperación de la vaca es más rápida y se puede aumentar su eficiencia reproductiva.
Destete temporal de los terneros
También se puede implementar el destete temporal (Botero y De Alba, 1990). En este caso, a las vacas que con entre 60 a 100 días posparto, no hayan presentado celo, se les aísla el ternero durante 72 horas, o bien se les impide amamantar a sus terneros, mediante la colocación temporal, hasta por 10 días, de una tablilla de destete en la nariz del ternero, la cual no le impide comer ni beber. La tensión causada en la vaca, altera por completo las hormonas reproductivas circulantes e induce el celo fértil. Generalmente, estas vacas presentan el celo fértil en 12 a 15 días después del destete temporal. Algunas vacas requieren de dos tratamientos de destete temporal y unas pocas vacas no responden a este tratamiento. El peso de los terneros al destete no se reduce por efecto de este tratamiento.
Amamantamiento restringido de los terneros
Una práctica de manejo que aumenta sensiblemente la eficiencia reproductiva de los hatos manejados en doble propósito o en lechería intensiva, consiste en que, los terneros al cumplir 3 a 4 meses de edad, dependiendo de su condición corporal y de que estén recibiendo una suplementación, son separados de sus madres una vez terminada la labor del ordeño único diario de todo el hato, en horas de la mañana. Esta misma práctica puede hacerse más drástica, separando los terneros desde el día inicial del ordeño, siempre que se realice un segundo ordeño y/o amamantamiento, en horas de la tarde. A partir de los 5 meses de edad, estos terneros ya tienen el rumen desarrollado y funcional y pueden aprovechar los nutrimentos contenidos en los forrajes (Botero y Preston, 1986).
Manipulación del útero en los vientres posparto     
Randel (1993), documentó que el diagnóstico reproductivo manual, efectuado por palpación rectal, alrededor del día 30 posparto, aumenta la eficiencia reproductiva en el ganado bovino en amamantamiento. Esto es debido a que, la manipulación del útero, realizada por un profesional competente, hace que, en la vaca madura (2 ó más partos), su aparato reproductivo libere prostaglandina F2 alfa que reinicia el ciclo estral.        
A las vacas que, aún teniendo una adecuada condición corporal, no entran en celo después de 60 a 100 días posparto, se les puede hacer un lavado intrauterino con 50 cc de una solución madre de Lugol, disuelta al 1% en agua destilada (Bicca Andujar, et al, 1978). Con este tratamiento se puede esperar que hasta el 80% de las vacas con ovarios no funcionales, pero con una apropiada condición corporal, manifiesten un celo fértil en 4 a 12 días después del lavado intrauterino. Un mínimo de vacas requiere de dos lavados y solo algunas vacas no responden a este tratamiento.
Estacionalidad de los partos y de las lactancias
Los ecosistemas de sabanas y de bosques sustentan la gran mayoría del hato bovino de América Tropical. Su climatología similar hace que la estación seca se presente entre los meses de diciembre a abril, y los meses restantes corresponden con la estación lluviosa.
En monta continua, los vientres bovinos empiezan su parición masiva a partir de febrero de cada año, lo que coincide con preñeces iniciadas en mayo del año anterior. La estación lluviosa garantiza una mayor disponibilidad y calidad de forrajes, lo que permite una alta ganancia de peso compensatorio, mejora la condición corporal y regulariza el ciclo estral en las vacas. La monta natural o la inseminación artificial, durante un período anual de 126 días (6 ciclos estrales continuos) o bien, durante dos períodos anuales de 63 días de duración (3 ciclos estrales cada uno), realizados durante la estación lluviosa de cada año (entre mayo y noviembre), aseguran un mayor número de preñeces y permiten forzar para que las lactancias ocurran únicamente durante los meses de lluvia, esto se refleja en un menor desgaste y en mayor posibilidad de preñar las vacas cada año (Kleinheisterkamp y Botero, 1979; Kleinheisterkamp, et.al, 1981; Gómez, et.al, 1984; Botero, 1989).             
Reducción de la edad al primer parto en los vientres bovinos
La monta natural o la inseminación artificial, para preñar a las novillas comerciales, solo se debe realizar cuando estas alcancen un peso vivo de 300 kilogramos, o bien logren entre el 65 al 70% del peso adulto de las vacas del hato (Bastidas, 2002). Se ha demostrado recientemente que en las novillas cebú comercial que se preñan con un peso promedio de 330 kilogramos, se reduce su primer IEP (Botero, 2011b). En el hato bovino comercial de América Tropical las vacas logran su primer parto con cerca de cuatro (4) años de edad. 
En las vacas solamente se puede aumentar su vida útil, reduciendo su edad al primer parto. Si una ternera es destetada con ocho (8) meses de edad y 150 kilogramos de peso vivo, para que logre el peso de empadre de 330 kilogramos, deberá ganar 180 kilogramos de peso vivo, a partir del destete. Si la ternera consigue una ganancia de peso de 500 gramos/día, durante 12 meses, la cual es perfectamente factible de lograr en pastoreo en el trópico, (0,5 kg/día*360 días = 180 kg), a los 20 meses de edad lograría el peso adecuado para preñarse, con monta natural o con inseminación artificial, y su primer parto ocurriría a los 30 meses de edad (2,5 años).      
La edad de sacrificio de los vientres en hatos tradicionales, manejados en cría, para la producción de carne o para doble propósito en el trópico, es de entre 10 a 12 años. Esto es debido al deterioro normal por la edad, o a los daños prematuros irreversibles ocurridos en aplomos (patas), ubre, y por desgaste, irregularidades y pérdidas dentales. En este último caso, se pueden reparar e implantar nuevas piezas dentales sintéticas, logrando dos a tres partos más y hasta 15 años de edad de las vacas al sacrificio. En sistemas de cría bovina lo deseable es aplicar hasta 15% de tasa de descarte anual de vientres, en doble propósito la tasa de descarte podría ser de entre 15 a 17% anual y en lechería  especializada de entre 20 a 25% anual (Morales, et al, 2011).
En un hato de cría tradicional, cuyos vientres logran su primer parto con 4 años de edad, reciben una tasa de descarte anual del 12% y sufren una mortalidad adulta anual del 3%, su vida útil promedio es: (97% sobrevivencia/12% descarte anual = 8 años de vida útil + 4 años de edad al primer parto = 12 años de edad al sacrificio). Con una natalidad del 50% (730 días o 24 meses de IEP), cada vaca podría parir, amamantar y destetar hasta: (96 meses de vida útil/24 meses de IEP = 4 crías durante su vida útil).
Aplicando 98% de tasa de sobrevivencia, 15% de descarte anual de vacas y 2,5 años de edad al primer parto, a un hato de cría para la producción exclusiva de carne, sus vacas tendrían 9 años de edad al sacrificio. Con 70% de natalidad anual, estas vacas lograrían hasta 4,6 partos y terneros destetados, durante los 6,5 años de su vida útil.
Aplicando los mismos parámetros productivos anteriores a un hato de doble propósito, sus vacas tendrían 9 años de edad al sacrificio. Con 80% de natalidad anual, estas vacas lograrían hasta 5,2 partos, lactancias y terneros destetados durante los 6,5 años de su vida útil.

Conclusiones
Comparando los ejemplos citados anteriormente (tradicional vs mejorado), la natalidad anual superior en un 30% (50 vs 80%) permite lograr 1,2 partos y lactancias más (4 vs 5,2 partos), durante una vida útil de las vacas inferior en 1,5 años (8 vs 6,5 años) y en vacas cuya edad al sacrificio es menor en 3 años (12 vs 9 años). El descartar y remplazar anualmente un mayor número de vientres, permite avanzar con mayor agilidad y rapidez en el mejoramiento genético, productivo y reproductivo de los hatos.
Un mayor número de animales vendidos anualmente permite circular más rápidamente el dinero, reduce el costo de los intereses al capital invertido en semovientes y, en consecuencia, aumenta sensiblemente la rentabilidad de la inversión en la empresa ganadera tropical.          

Bibliografía
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Bicca Andujar, M; J. Pereira; P. Lay y M. Oliveira. 1978. Influencia da solucao do lugol na inducao do cio e posterior fertilidade em femeas bovinas. Revista Centro Ciencias Rurais. 8 (3): 185 – 190.
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